Espero que te ayuden estas
palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de
oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de
Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad,
dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando
al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el
fuego de tu amor”.
Señor, ¿qué es el hombre, para que te
acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?
Hoy te propongo esta frase del Salmo
para que se la preguntes tú mismo a Dios.
Dios nos creó y dio a los hombres el
poder sobre todas las cosas de la Tierra, para que las sometiésemos y las
dominásemos. Dios nos ha creado por amor y nos ha hecho, a los insignificantes
y débiles hombres, administradores de su creación. Nos ha creado por amor y a
su imagen y semejanza. Señor, ¿qué somos en realidad nosotros para que nos
hayas pensado, creado a tu imagen y nos hayas dado todo?
Señor, tú me has dado todo… y yo en
realidad ¿qué te he dado para merecerlo? Nada te he dado Señor. Lo das todo por
amor, y así también te entregaste sublimemente en la cruz.
Pregúntale de verdad esto a Jesús,
¿qué he hecho para que me ames tanto si no lo merezco? Señor, ¿qué es
el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?
Pedimos la intercesión de nuestra
Madre para que nos lleve a Jesús y al conocimiento de la Verdad.