4 octubre 2018. Miércoles de la XXVI semana del T. O. – San Francisco de Asís – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas para servicio y alabanza de Su divina majestad.
En diversas partes del mundo se celebra de manera especial, mañana 4 de octubre, la festividad de San Francisco de Asís, un santo que por su vivencia radical del evangelio ha interpelado y movido el corazón a creyentes y no creyentes. Y las lecturas van muy acordes con su experiencia espiritual y nos dan luces y claves para fortalecer la nuestra.
La súplica desgarradora de Job es muy significativa. Era el sentimiento de Santa Teresa de Jesús: “Y tan alta vida espero, que muero porque no muero”. Es una actitud interior que puede ayudarnos a entrar de lleno en la oración. El tener ansia de Dios, de verle, de estar con Él, es una gracia que hay que pedirla, para rezar con el salmista: ¡Desfallezco de ansias en mi pecho! San Francisco de Asís vivía con este sentimiento y esto le ayudaba a vivir en permanente estado de adoración. Era una actitud frecuente en San Francisco, lo recuerda un texto del libro “Sabiduría de un pobre”, que también nos puede ayudar en este momento de la oración:
“- ¡Hermana agua! - gritó Francisco, acercándose al torrente -. Tu pureza canta la inocencia de Dios. Saltando de una roca a otra, León atravesó corriendo el torrente. Francisco le siguió. Tardó más tiempo. León, que le esperaba de pie en la otra orilla, miraba cómo corría el agua limpia con rapidez sobre la arena dorada entre las masas grises de rocas. Cuando Francisco se le juntó, siguió en su actitud contemplativa. Parecía no poder desatarse de este espectáculo. Francisco le miró y vio tristeza en su rostro.
- Tienes aire soñador - le dijo simplemente Francisco.
- ¡Ay si pudiéramos tener un poco de esta pureza - respondió León -, también nosotros conoceríamos la alegría loca y desbordante de nuestra hermana agua y su impulso irresistible!
Había en sus palabras una profunda nostalgia, y León miraba melancólicamente el torrente, que no cesaba de huir en su pureza inaprensible.
- Ven - le dijo Francisco, cogiéndole por el brazo.
Empezaron los dos otra vez a andar. Después de un momento de silencio, Francisco preguntó a
León:
- ¿Sabes tú, hermano, lo que es la pureza de corazón?
- Es no tener ninguna falta que reprocharse - contestó León sin dudarlo.
- Entonces comprendo tu tristeza - dijo Francisco-, porque siempre hay algo que reprocharse.
- Sí - dijo León -, y eso es, precisamente, lo que me hace desesperar de llegar algún día a la pureza
de corazón.
- ¡Ah!, hermano León; créeme - contestó Francisco -, no te preocupes tanto de la pureza de tu alma. Vuelve tu mirada hacia Dios. Admírale. Alégrate de lo que Él es, Él, todo santidad. Dale gracias por El mismo. Es eso mismo, hermanito, tener puro el corazón. Y cuando te hayas vuelto así hacia Dios, no vuelvas más sobre ti mismo. No te preguntes en dónde estás con respecto a Dios. La tristeza de no ser perfecto y de encontrarse pecador es un sentimiento todavía humano, demasiado humano. Es preciso elevar tu mirada más alto, mucho más alto. Dios, la inmensidad de Dios y su inalterable esplendor. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero.”
Al que tiene el corazón lleno de Dios le sobra todo, es por eso por lo que el Evangelio de hoy describe muy bien la vida de San Francisco: “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz”. ¿Cómo trasladar esto a mi vida? Quizá no me está pidiendo Dios que vaya descalzo por la ciudad, quizá “mis seguridades” son otras. Lo que más que cuesta dejar. Podríamos meditar sobre esto ampliamente.
Finalmente, recordemos que mañana es el santo del Papa, hagamos pues oración por el Santo Padre, además lo está pidiendo; siempre pide que recemos por él, pero esta vez lo solicita de manera especial. Pidamos a la Virgen del Rosario proteja a la Iglesia del maligno.

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