23 octubre 2018. Martes de la XXIX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


“A Dios que concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Cristo no se conforma con poco. Nos pone alto el nivel. Nos pide vigilar y estar en vela una noche tras otra. En las noches de nuestro ánimo, de nuestra esperanza, en las noches de nuestra fe y nuestra virtud, en las noches de nuestro espíritu, de nuestra vida, Cristo nos pide vigilar y mantener encendida la lámpara. Que, aunque todo esté oscuro, mantengamos una luz mínima, una lámpara.
Es difícil esta petición sino fuera grande la ayuda y grande la recompensa. La ayuda la encontramos en la primera lectura: “Él es nuestra paz”. Cristo nos trae la paz y el sosiego en la lucha. Cristo ha vencido para crear un solo hombre nuevo. Y construye su Iglesia, y nos construye a ti y a mí de forma sólida, teniendo a Él por piedra angular. Solo con esta ayuda podemos ser morada de Dios y consagrados a Él (por el bautismo) para su Gloria. Solo si estamos edificados en Él y sostenidos por Él podemos vivir para su Gloria.
Y la recompensa también sale en estas lecturas: se coherederos del Reino, miembros de la familia de Dios, conciudadanos de los santos y el mismo Señor de la casa nos servirá en el Banquete. Cristo mismo nos promete servirnos en el Banquete: en esta tierra ya se nos da como banquete en la Eucaristía, pero en la eternidad nos servirá un plato único: la bienaventuranza, que en castellano actual es la felicidad que nunca acaba.
Pidamos ser siempre del Señor, solo del Señor, por muchas noches que atreviese nuestra vida. Feliz y bienaventurada oración.

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