«Marta, Marta, andas
inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria». ¡¡Cuántas veces
se nos podrían aplicar a nosotros estas palabras del final del Evangelio de
hoy!! Porque Marta somos cada uno de nosotros cuando andamos inquietos y
preocupados, cuando estamos dispersos y desparramados, angustiados,
desquiciados, como fuera de nosotros mismos. Y hoy el Señor nos hace una
llamada a la calma, a volver a poner las cosas en su sitio y a Él en el centro
de todas ellas. A atender a las cosas del Señor, pero sin olvidar al Señor de
las cosas.
Es una llamada a
recuperar el examen que San Ignacio de Loyola propone en sus Ejercicios
Espirituales, un examen para buscar y hallar a Dios en todas las cosas. Para
ello es imprescindible no dejarse atrapar por la prisa y estar a la escucha. A
veces algo tan sencillo como dejar unos minutos entre una tarea y otra nos
permite no perder la noción de lo que estamos haciendo y porqué. Apenas unos
pocos centímetros de separación entre los materiales de una construcción evita
que los materiales se fracturen. Es lo que llamamos juntas de dilatación. El
Padre Ignacio Iglesias dice que el examen en San Ignacio es “orar por
observación”, es orar la vida de cada día, es detenerse para ver qué ha hecho
Dios conmigo, y cómo lo ha hecho. Ser capaz de buscar y hallar a Dios en todas
las cosas que me ocurren, y no sólo en las positivas, es ser capaz de orar mi
propia vida. Si no soy capaz de contemplar mi vida a la luz de Dios, como dice
el P. Huarte, mi vida se va cosificando, llenando de cosas, llenando de prisas,
llenando de tareas, llenando de actividades. Como le pasó a Marta, la hermana
de María.
Pero atención, no se
trata de hacer un ejercicio de psicoanálisis constante, eso sería agotador.
Sino un ejercicio espiritual, un ejercicio de oración, un ejercicio de presencia
de Dios continuo. Captar esa presencia continua Suya que poco a poco irá
purificando nuestras actitudes, nuestras intenciones, nuestros corazones.
El otro día en un rato
de oración compartida escuché una expresión que me encantó: No se trata de
introducir a Dios en mi vida, se trata de descubrir a Dios en mi vida, porque
Él ya estaba ahí.