9 octubre 2018. Martes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria». ¡¡Cuántas veces se nos podrían aplicar a nosotros estas palabras del final del Evangelio de hoy!! Porque Marta somos cada uno de nosotros cuando andamos inquietos y preocupados, cuando estamos dispersos y desparramados, angustiados, desquiciados, como fuera de nosotros mismos. Y hoy el Señor nos hace una llamada a la calma, a volver a poner las cosas en su sitio y a Él en el centro de todas ellas. A atender a las cosas del Señor, pero sin olvidar al Señor de las cosas.
Es una llamada a recuperar el examen que San Ignacio de Loyola propone en sus Ejercicios Espirituales, un examen para buscar y hallar a Dios en todas las cosas. Para ello es imprescindible no dejarse atrapar por la prisa y estar a la escucha. A veces algo tan sencillo como dejar unos minutos entre una tarea y otra nos permite no perder la noción de lo que estamos haciendo y porqué. Apenas unos pocos centímetros de separación entre los materiales de una construcción evita que los materiales se fracturen. Es lo que llamamos juntas de dilatación. El Padre Ignacio Iglesias dice que el examen en San Ignacio es “orar por observación”, es orar la vida de cada día, es detenerse para ver qué ha hecho Dios conmigo, y cómo lo ha hecho. Ser capaz de buscar y hallar a Dios en todas las cosas que me ocurren, y no sólo en las positivas, es ser capaz de orar mi propia vida. Si no soy capaz de contemplar mi vida a la luz de Dios, como dice el P. Huarte, mi vida se va cosificando, llenando de cosas, llenando de prisas, llenando de tareas, llenando de actividades. Como le pasó a Marta, la hermana de María.
Pero atención, no se trata de hacer un ejercicio de psicoanálisis constante, eso sería agotador. Sino un ejercicio espiritual, un ejercicio de oración, un ejercicio de presencia de Dios continuo. Captar esa presencia continua Suya que poco a poco irá purificando nuestras actitudes, nuestras intenciones, nuestros corazones.
El otro día en un rato de oración compartida escuché una expresión que me encantó: No se trata de introducir a Dios en mi vida, se trata de descubrir a Dios en mi vida, porque Él ya estaba ahí.

Archivo del blog