7 octubre 2018. Domingo XXVII del Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración


El Evangelio siempre tiene ese poder impactante que nos interpela y nos cuestiona…; pero el Evangelio de este domingo, si cabe, un poco más todavía, dado el nivel de infidelidad matrimonial que nos rodea… ¡Las estadísticas son realmente preocupantes y angustiosas...! ¿Y qué diremos ante esto..., o que comentario podemos hacer...?
En primer lugar, os remito a dos números del Catecismo de la Iglesia Católica, que nos pueden dar las bases para la oración de este día:
1644: “El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: “De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt. 19,6; cf. Gn. 2,24). Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total” (FC 19). Esta comunión humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comunión en Jesucristo dada mediante el sacramento del Matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe común y por la Eucaristía recibida en común.”
1645: “La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor” (GS 49,2). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que es único y exclusivo.”
Necesitamos sostenernos en la sana doctrina y en los principios fundamentales de nuestra fe… Esto no es fácil ni es cómodo, pero es necesario y conveniente para poder salvar así el amor mutuo y el respeto a los hijos… Ellos estarán eternamente agradecidos, porque sus padres fueron capaces de mantener incólume el vínculo matrimonial en que nacieron, y del que recibieron vida y en abundancia…
En una ocasión preguntaron al actor Paul Newman, quien vivió la fidelidad matrimonial, cómo explicaba su largo matrimonio, que llevaba en ese entonces 40 años. Respondió el actor de cine: “Al principio nos mantuvo juntos la atracción de los sentidos. Después el respeto mutuo. Luego la perseverancia. Muchas veces fue el perdón lo que salvó nuestro matrimonio. Pero por encima de todo, se lo debemos al amor, un amor que es más grande hoy que al principio”.
¡Revisemos el amor..., pidamos perdón si es necesario..., y perseveremos en el respeto mutuo...! Que así sea.

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