11 octubre 2018. Jueves de la XXVII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Octubre se caracteriza por ser el mes del Rosario y el mes de las misiones, debido la celebración del Domund. “Octubre misionero”, nos recuerdan los carteles de la Jornada Mundial de Oración por las Misiones. Este domingo se canoniza a Pablo VI y nos van a ayudar unas palabras suyas a pedir el don del Espíritu, como nos sugiere el evangelio de hoy: “Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”
Pablo VI escribió una exhortación apostólica sobre la evangelización, Evangelii nuntiandi, que sigue iluminando la tarea misionera de la Iglesia hoy. En ella presentó al Espíritu Santo como el protagonista de la misión de la Iglesia: “No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo… Él es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por El, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del reino anunciado”.
El Espíritu Santo actúa de dos maneras en el apostolado: Actúa en el evangelizador dándole fuego en el corazón para salir de sí y anunciar a Cristo, y también poniendo palabras en sus labios; pero también actúa en aquellos que escuchan el anuncio abriendo sus corazones a la gracia. Esto nos tiene que llenar de confianza: no soy yo el que habla, actúa… sino que “el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros” (Mt 10,20). Y además, el Santo Espíritu está actuando en aquellos a los que me dirijo con mi testimonio de vida o de palabra para que acepten a Jesús.
Es clara una conclusión: Necesito fe en la acción de Espíritu Santo, confianza en que soy su instrumento, en que Él puede hacer maravillas si soy humilde: “Cuando Dios os concede el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿por qué lo hace? ¿Porque observáis la ley o porque respondéis a la fe?”. Nuevamente nos dice Pablo VI en Evangelii nuntiandi:
“Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu. La preparación más refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin El. Sin Él, la dialéctica más convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres. Sin Él, los esquemas más elaborados sobre bases sociológicas o sicológicas se revelan pronto desprovistos de todo valor”.
La oración de hoy ha de ser para pedir el don del Espíritu con la insistencia con la que nos invita a hacerlo el evangelio: “Pedid y se os dará”. Que ese Espíritu impulse a la Iglesia y a cada uno de nosotros a llevar el evangelio al mundo de hoy tan necesitado de luz, que nos ayude a encontrar los caminos para llegar a los jóvenes y llevarle a Cristo. Meditamos estas palabras de Pablo VI:
“Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: Él es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación. Pero se puede decir igualmente que Él es el término de la evangelización: solamente El suscita la nueva creación, la humanidad nueva a la que la evangelización debe conducir, mediante la unidad en la variedad que la misma evangelización querría provocar en la comunidad cristiana. A través de Él, la evangelización penetra en los corazones, ya que Él es quien hace discernir los signos de los tiempos —signos de Dios— que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia”.
Acudimos con el Rosario a la Virgen, a quien Pablo VI denominó “estrella de la evangelización”. Que el Rosario nos haga misioneros en este nuevo curso: “En la mañana de Pentecostés, Ella presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza”. Pedimos también al próximo Papa santo que interceda por la Iglesia y por nosotros: que me deje poseer y conducir por el Espíritu Santo.

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