11 de enero 2019 – Puntos de oración


Estamos en el tiempo de epifanía, entre la Fiesta de Reyes y el Bautismo del Señor. Jesús ha nacido en la noche de Belén para ser la luz del mundo, la luz de los pueblos, representados en los Magos de Oriente que le adoraron. En estos días nos sentimos envueltos en la Luz de Verbo hecho carne y nuestro corazón se llena de gozo como les pasó a los pastores, a los ancianos Simeón y Ana y a los Reyes magos.
El salmo de hoy nos invita a amar a Dios con todas las fuerzas, glorificando y alabando a Dios: “Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion”. Que esta sea mi primera ocupación en la oración y a lo largo de este día:
- Bendecir a Dios, que ha nacido en la tierra para traernos la paz: “Ha puesto paz en tus fronteras”.
- Glorificar a Cristo, que se ha hecho carne para hacerse nuestro pan de vida: “Te sacia con flor de harina”.
- Alabarle porque se ha hecho palabra viva para mostrarnos el camino de ser felices: “Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel”.
El evangelio de este día es conmovedor. Jesús cura al leproso que le pide con toda humildad que le limpie de su lepra. Le cura tocándole con su mano y así nos revela algo maravilloso: Dios se ha hecho carne para poder tocar nuestra carne herida por el pecado y sanarnos. Se nos ofrece la vida de Dios, la vida eterna, en la humanidad de Jesucristo, en su corazón humano, fuente de vida y de santidad.
Qué sencillo es orar con esta escena: basta ponerme ante Jesús con fe, presentarle mis llagas, mi dolorosa lepra. Suplicarle con insistencia humilde: “Si quieres… puedes limpiarme”. Y después, sentir la ternura de sus manos en mis heridas, recibir su misericordia, experimentar su amor personal por mí. Especialmente, cuando le recibo en la comunión eucarística, su carne me inunda de resurrección y de vida eterna; la muerte y el pecado retroceden en mi corazón ante su Presencia.
El evangelio termina diciendo que Jesús se retiró a orar. Él vuelve siempre a su centro: la relación con el Padre, el amor que le sostiene y es su alimento. Aprendamos de Jesús a descansar en Dios después de nuestras ocupaciones.

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