4 de enero 2019 – Puntos de oración


Para iniciar la oración nos ponemos en la presencia de Dios y pedimos auxilio al Espíritu Santo para que sea Él quien la haga en nosotros.
El salmo nos recuerda que aún estamos inmersos litúrgicamente en la Feria de la Navidad: “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”La encarnación del Hijo de Dios es victoria para Dios y para el hombre. Hagamos que lo vivido durante los días de Navidad aún resuene en nuestros corazones y gocémonos por el Nacimiento del Salvador. Con esto podríamos tener casi la oración hecha.
Pero podríamos dar un paso más. Quisiera centrarme sólo en un aspecto del pasaje evangélico que hoy nos ofrece la liturgia, pasaje evangélico que seguramente habremos meditado más de una vez. Los discípulos preguntan a Jesús: “¿Dónde vives?”En la cultura judía invitar a una persona a la propia casa significaba compartir su intimidad, es decir, que implicaba tener cierta confianza con esa persona. Detrás de la pregunta de los discípulos hay un deseo inmenso de conocer a Jesús, de compartir vida con Él. Y Jesús supera sus expectativas, les dice: “Venid y lo veréis”Les invita a compartir su vida con ellos, a mostrarles lo más íntimo de su ser. Y es una invitación que también nos hace a nosotros, constantemente, al ofrecerse en la Eucaristía. Una experiencia similar tuvieron los discípulos de Emaús. Y la hemos contemplado también en el Nacimiento del Señor, cuando llegaron al lugar donde estaba María, José y el Niño, la casa de la Sagrada Familia, primero los pastores y después los Magos. Y en esta escena Jesús nos invita también a nosotros a su casa, para que le adoremos, para compartir vida, la intimidad de su Hogar.
Él les dijo: Venid y lo veréis” El Señor los llamó a estar con Él, y en ese estar con Él, los discípulos encontraron el sentido de sus vidas. También a cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, Jesús nos ha hecho el mismo llamamiento, en nuestra trayectoria personal hemos sentido ese toque suyo, ante el cual nos hemos quedado en Su casa y ya no hemos querido salir. Podemos recordar ese momento y quedarnos en acción de gracias a Él, por abrirnos las puertas de su corazón, por estar siempre dispuesto a recibirnos con misericordia.
Sin duda, fue el llamado que recibió San Manuel González, el apóstol de los sagrarios abandonados, cuya fiesta celebramos hoy. Descubrió que Jesús verdaderamente vivía en el Sagrario y lo dejó todo para seguirle. Pidámosle a este santo obispo la gracia de responder con generosidad a lo que el Señor nos pida.

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