Para hacer la oración hoy es importante
primero ponerse en la presencia del Señor; para sentir esa presencia te invito
a vivirla como aquel pobre pastorcillo que fue al portal de Belén y era tan pobre
que no llevaban nada para regalar a Jesús, sus manos estaban vacías. Cuando los
demás pastores con mucha generosidad iban entregando sus obsequios a María y a
José, estos no tenían manos suficientes para recogerlos; la Virgen, que tenía
Jesús en brazos, sé fijo en el pastorcillo que no tenía nada en sus manos y le
pidió: sujeta tú a Jesús mientras yo atiendo a tus compañeros y así sin haberlo
previsto nuestro pastorcillo se encontró con Jesús en sus brazos; ese es el
fruto de la oración en la que se sintió con las manos vacías. Te invito en esta
mañana a ponerte delante de Jesús con las manos vacías, seguro que la Virgen lo
coloca en tus brazos, y haz todo tu rato de oración con Jesús en tus brazos
mirándolo, amándolo, dile todo lo que se te ocurra.
En la oración de cada día es muy
importante amar a Jesús, amarlo con locura, pero es mucho más importante
sentirse amado por Jesús. La primera lectura de la misa de hoy nos lo dice con
claridad: “en esto consiste el amor no en que nosotros hayamos amado a Dios
sino en que Él nos amó primero y nos envió a su Hijo como víctima de
propiciación por nuestros pecados”.
Por eso más importante que amar a Dios,
es sentirse amado por Dios, sentir su amor continuamente en nosotros.
Mira a Jesús en tus brazos; tu amor hacia
Él surge de manera espontánea, pues mayor aún es el amor que él te tiene.
La segunda idea en que quiero que te
detengas esta mañana, viene dada por el evangelio del día: Jesús se da
completamente, se da con generosidad: sobraron hasta 12 canastos eso indica el
enorme amor que Dios nos tiene.
Pero al igual que esos 12 canastos de
pan no están hechos para almacenarlos y dejar que se estropeen sino para
repartirlos entre nuestros hermanos; la Eucaristía también se nos da para que
la repartamos entre nuestros hermanos.
Hoy por ser el primer día de clase
después de las vacaciones de Navidad es un día en el que tu apostolado alma a
alma tiene que ser más fructífero: observa a tus compañeros, en muchos de ellos
la desgana y la desilusión hace presa por el final de las vacaciones y el
comienzo de las clases. Es el momento oportuno para animarlos, para llevarlos a
Jesús para que Jesús llene ese vacío que han generado unas vacaciones quizá mal
encarriladas, llenas de aburrimiento y sin nada que hacer.
Tú que tienes a Jesús en tus brazos,
entrégaselo a tu amigo, deja que también él te abra su corazón, te cuente sus
desganas, su desilusión, sus grandes deseos que se han truncado y entonces
preséntale a Jesús, Él puede llenar todo ese vacío.
Termina tu rato de oración poniéndote
delante de María; dale de nuevo al niño, pero pídele que se quede también
presente en tu corazón para siempre que no te abandoné nunca.