8 de enero 2019 – Puntos de oración


Para hacer la oración hoy es importante primero ponerse en la presencia del Señor; para sentir esa presencia te invito a vivirla como aquel pobre pastorcillo que fue al portal de Belén y era tan pobre que no llevaban nada para regalar a Jesús, sus manos estaban vacías. Cuando los demás pastores con mucha generosidad iban entregando sus obsequios a María y a José, estos no tenían manos suficientes para recogerlos; la Virgen, que tenía Jesús en brazos, sé fijo en el pastorcillo que no tenía nada en sus manos y le pidió: sujeta tú a Jesús mientras yo atiendo a tus compañeros y así sin haberlo previsto nuestro pastorcillo se encontró con Jesús en sus brazos; ese es el fruto de la oración en la que se sintió con las manos vacías. Te invito en esta mañana a ponerte delante de Jesús con las manos vacías, seguro que la Virgen lo coloca en tus brazos, y haz todo tu rato de oración con Jesús en tus brazos mirándolo, amándolo, dile todo lo que se te ocurra.
En la oración de cada día es muy importante amar a Jesús, amarlo con locura, pero es mucho más importante sentirse amado por Jesús. La primera lectura de la misa de hoy nos lo dice con claridad: “en esto consiste el amor no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que Él nos amó primero y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados”.
Por eso más importante que amar a Dios, es sentirse amado por Dios, sentir su amor continuamente en nosotros.
Mira a Jesús en tus brazos; tu amor hacia Él surge de manera espontánea, pues mayor aún es el amor que él te tiene.
La segunda idea en que quiero que te detengas esta mañana, viene dada por el evangelio del día: Jesús se da completamente, se da con generosidad: sobraron hasta 12 canastos eso indica el enorme amor que Dios nos tiene.
Pero al igual que esos 12 canastos de pan no están hechos para almacenarlos y dejar que se estropeen sino para repartirlos entre nuestros hermanos; la Eucaristía también se nos da para que la repartamos entre nuestros hermanos.
Hoy por ser el primer día de clase después de las vacaciones de Navidad es un día en el que tu apostolado alma a alma tiene que ser más fructífero: observa a tus compañeros, en muchos de ellos la desgana y la desilusión hace presa por el final de las vacaciones y el comienzo de las clases. Es el momento oportuno para animarlos, para llevarlos a Jesús para que Jesús llene ese vacío que han generado unas vacaciones quizá mal encarriladas, llenas de aburrimiento y sin nada que hacer.
Tú que tienes a Jesús en tus brazos, entrégaselo a tu amigo, deja que también él te abra su corazón, te cuente sus desganas, su desilusión, sus grandes deseos que se han truncado y entonces preséntale a Jesús, Él puede llenar todo ese vacío.
Termina tu rato de oración poniéndote delante de María; dale de nuevo al niño, pero pídele que se quede también presente en tu corazón para siempre que no te abandoné nunca.

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