1. San
Francisco de Sales. Ejemplo de dulzura y misericordia
En 1877 fue declarado Doctor de la
Iglesia, y el Papa Pío XI le nombró patrono de los periodistas. Cuando san
Francisco murió, un sacerdote llamado Vicente de Paul vivía en
París. El santo obispo le había confiado el cuidado del primer convento de la
Visitación. San Vicente dijo de san Francisco: «El siervo de Dios se conformaba
de tal modo al molde que Dios le había fijado, que muchas veces me pregunté
admirado cómo una criatura podía alcanzar tan alto grado de perfección, dada la
fragilidad de nuestra naturaleza... Meditando sus palabras me he sentido tan
lleno de admiración, que creo que Francisco de Sales es el hombre que ha
reproducido más fielmente sobre la tierra el amor del Hijo de Dios». Algunas
personas, considerando que el santo era demasiado indulgente con los pecadores,
se lo dijeron francamente cierta vez. El obispo respondió: «Si existiera una
virtud más alta que la bondad, Dios nos la habría enseñado. Pues bien, a nada
nos exhortó tanto Jesucristo como a ser mansos y humildes de corazón. ¿Por qué
os oponéis a que obedezca al mandato de mi Señor? ¿Quién mejor que Dios puede
indicarnos el camino en este punto?» La ternura de san Francisco se mostraba especialmente
con los apóstatas y los pecadores. Cuando esos pródigos volvían a la casa
paterna, el santo les acogía con la bondad de un padre, diciéndoles: «Dios y yo
estamos dispuestos a ayudaros. Todo lo que os pido es que no desesperéis; del
resto yo me encargo». Su solicitud por ellos se extendía también a sus
dificultades materiales, y les abría su bolsa tan ampliamente como su corazón.
Como algunos murmurasen de que eso alentaba a los pecadores en sus malos
hábitos, el santo respondió: «¿No forman acaso parte de mi grey? ¿O acaso el
Señor no derramó su sangre por ellos? Estos lobos se transformarán en mansos
corderos y un día valdrán más ante los ojos de Dios que todos nosotros. Si Dios
no hubiese usado de misericordia con Saulo, san Pablo no hubiera existido».
2. Epístola:
Hermanos: Jesús puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a
Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos. Él
es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado
de los pecadores y elevado por encima del cielo. (Heb 7, 25)
¡Qué lectura tan consoladora! En Cristo
tenemos TODO lo que necesitamos; no le demos vueltas, no perdamos el tiempo en
otras búsquedas, ÉL es nuestro SALVADOR DEFINITIVO, ayer, mañana, HOY.
3. Salmo 40 “En el libro de la Ley está escrito lo que tengo
que hacer: yo amo, Dios mío tu voluntad, y tu ley está en mi corazón”.
Bien clarito lo tenemos escrito, en la
Ley, sólo falta escribirlo en mi corazón; del dicho al hecho, ningún trecho, tu
corazón mi Dios en mi corazón. Fuera dobles vidas, incoherencias, tú y yo= TÚ.
4. Evangelio: Mc 3: “Porque como curaba a muchos todos los que
padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo”.
¿Y yo a qué espero para arrojarme a Ti?
¿Y cuántas, Hermosura Soberana, ¡mañana le abriremos – respondía- para lo mismo
responder mañana? Hoy, Señor, quiero estar contigo en el Paraíso, en tu Reino,
que es vivir tus mandamientos, tu ley, tu corazón.
La Virgen de Fátima peregrina a Panamá
para estar con los jóvenes; peregrina a mi corazón para que lata al ritmo del
Amor de los Amores.