“A Dios que
concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha
llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que
habla”
En las lecturas de hoy resaltaría dos
cosas:
1) La curación: Gesto sorprendente de
Jesús. Aquí “se luce”. Es sorprendente que el lugar en el que Cristo se luce
sea en la miseria humana: cuando resucita un muerto, cuando cura un ciego,
cuando cura a un lisiado… nuestra miseria es el terreno en el que Cristo planta
la bandera de su victoria. ¿Crees esto? ¿Crees que eres tú con quien Cristo
quiere lucirse, en quien quiere hacer ondear su bandera de victoria? Y es una
curación de la que se beneficia el enfermo y los del entorno. En nosotros
Cristo clava su bandera, pero para que otros puedan verla también, para que
desde esa altura “atraiga a muchos hacia él”. ¿Crees que eres tú el acantilado
en el que Cristo ha hecho construir su faro que ilumine a barcos que andan a la
deriva a punto de encallar?
2) “Dolido por…”. Ante el despliegue de
fuerzas de Jesús por conquistarnos, Él se duele de nuestro rechazo. Dejando a
un lado la reflexión teológica entorno al sacerdocio de la primera lectura y
salmo de hoy, nos puede ayudar a recordar que por el bautismo nosotros también
somos sacerdotes. Esta es la gracia a la que Cristo nos invita cuando nos llama
a voces (nos llama hoy por un milagro, pero nos llama siempre, ¿cuándo?...
Descúbrelo). Jesús nos dice “Siéntate a mi derecha”, “eres príncipe desde el
día de tu nacimiento” … ¡Cómo no se va a doler cuando rechazamos el trono! ¿A
dónde vas abandonando la casa real, tú, príncipe? ¿Por qué te reduces, si Dios
te dice “tú eres mi hijo, yo te he engendrado”? ¿Te amas como Dios te ama? Para
la oración de hoy te invito a que recuerdes y disfrutes tu condición de hijo
amado, tu condición de predilecto del Padre, de Príncipe…
Disfruta de esta oración: eres elegido
de Dios para “extender el poder de su cetro y someter a los enemigos”. Los
enemigos de incredulidad, de la desconfianza, del miedo… Feliz oración,
príncipe (o princesa, claro).