16 enero 2019. Miércoles de la I semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Hoy te propongo un ejercicio para tu oración:
Piensa en la persona que más maravillosa te parece; a lo mejor coincide con la persona que más quieres, o que más admiras... Piensa en esa persona a la que más feliz quieres hacer; con la que deseas cuidar con esmero cada gesto, cada palabra tuya, siempre intentando ser lo más agradable posible.
A esa persona le perdonas todo, deseas que tenga lo mejor; sus defectos te parecen pura anécdota comparado con lo maravilloso que es como criatura. Aunque te fallase profundamente, tratarías de comprenderle, aunque esperas lo mejor de su ser.
Así nos quiere Dios; así nos ama desmedidamente; somos sus hijos, sus amigos, sus amados; somos sus herederos, príncipes del Universo; con la Vida Eterna prometida. Así nos ama a sus escogidos, a sus favoritos. ¿Puedes sentir esto?, o también… ¿Puedes comprenderlo? En definitiva: “¿Crees esto?”
Ahora, esos pensamientos que tienes por esa persona en quien pensabas antes, trasládalos a tus allegados, a todos tus seres queridos; esa persona seguirá siendo tu punto favorito, y ese amor conseguirá irradiarse a todos los demás allegados tuyos. Y, ya puestos, ¿por qué no? A todo tu prójimo. Compañeros, profesores, alumnos, amigos, primos, padres, hijos, abuelos….
¡Tantos favoritos tiene Dios! Y así los ama a todos.
¿Conseguirías imaginarte esos pensamientos para todo el que te encuentras? No significa esto una euforia a cada persona, pero sí que pueda haber algo que, escondidamente, transmita la alegría cristiana del Evangelio, porque amas a tus seres cercanos, porque bebes de la fuente del Amor en la oración, en la Eucaristía y en los Sacramentos.
Así ama Dios a todos.
Tiro esto en la papelera correspondiente, porque, en el fondo, amo también a la sociedad; pienso en la persona que me atiende en una tienda, antes que en mi resultado autosatisfactorio, porque ese es el rostro de Cristo que debo mostrar; es mi forma de amarle. Es Cristo a quien tengo delante en esa persona. Pero, terminemos con una última pregunta. (bueno, 3 en 1)
¿Hay personas que nunca habíamos visto, que cuando nos las encontramos nos causa una sensación de malestar, odio, furia, o desprecio?
¿Hay personas que sí que conocemos, que cuanto más les conocemos, menos les aguantamos?
Volviendo a la persona del comienzo de nuestro ejercicio, esa situación de la persona ideal, de nuestra persona favorita a la que tratamos con exquisitez y le deseamos la mayor felicidad… después de este recorrido, ¿crees que serías capaz de trasladar ese modo de obrar-pensar-sentir tuyo a la otra persona a quien no aguantas?
Para el hombre es imposible, pero para Dios todo es posible.

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