Para la oración de hoy, tras serenar el
corazón, ponernos en presencia del Omnipotente, e invocar al Espíritu Santo, os
brindo un texto del Papa San Juan Pablo II para que nos ayude a meditar sobre
el Evangelio de hoy.
Meditación S. Juan Pablo II:
"Para realizar esto, debéis
permanecer unidos a Cristo. Sus palabras son la base de vuestra eficacia:
"Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos... porque sin mí no podéis hacer
nada" (Jn 15,5). Él os llama también hoy a un mayor amor, porque os invita
a una permanente conversión del corazón. Os llama a una mayor unión con El en
su Iglesia, pues es allí donde le encontráis. Y la unión con Cristo en su
Iglesia es la condición esencial de toda vuestra eficacia apostólica. Es Cristo
quien os confía vuestra misión, una misión que, sin embargo, está coordinada
dentro de la unidad de su Cuerpo mediante los Pastores de la Iglesia. Esto
explica el gran valor que tiene una amorosa comunión de fe y disciplina con
vuestros obispos quienes, como dice la Carta a los Hebreos, "velan sobre
vuestras almas, como quien ha de dar cuenta de ellas" (He 13,17).
Habéis escuchado la Buena Noticia de la
salvación y la habéis abrazado con alegría, produciendo frutos de justicia y
santidad de vida. Pero es importante que la gracia de la fe se desarrolle en
vosotros y en todos los creyentes con la ayuda de Dios, y os conduzca a un
conocimiento más profundo de la persona y del mensaje de nuestro Señor
Jesucristo (cf. Catechesi tradendae CTR 19). La necesidad de
una catequesis sistemática es una de las mayores necesidades de la Iglesia en
este momento. Es un gran reto para vosotros como católicos. Como seglares,
estáis llamados, individual y colectivamente, a hacer frente a este reto.
Entre todas las oportunidades que tenéis
abiertas para el ejercicio del apostolado individual, la familia ocupa un lugar
de primordial importancia. La familia puede proporcionar una respuesta eficaz a
la secularización del mundo; la familia tiene un carisma especial para
transmitir la fe y para estimular en su desarrollo una evangelización inicial.
Dentro de la intimidad de la familia, cada individuo puede encontrar la
oportunidad para dar un testimonio personal del amor de Cristo. Los padres tienen
el derecho y el deber de catequizar a sus hijos; tienen el inmenso privilegio
de ser los primeros en enseñar a sus hijos a rezar. Con palabras de mi
predecesor Juan Pablo I, me gustaría "estimular a los padres en su papel
de educadores de los hijos; ellos son los primeros catequistas y los mejores.
¡Qué gran tarea tienen y qué reto! Enseñar a sus hijos a amar a Dios, a hacer
de este amor una realidad de su vida. Y, por gracia de Dios, qué fácilmente
aciertan algunas familias a cumplir la misión de ser primum seminarium;
el germen de una vocación al sacerdocio se alimenta a través de la oración
familiar, el ejemplo de fe y apoyo de amor"
Discurso en Filipinas de Juan Pablo II
el 20 de febrero de 1981