Espero que te ayuden estas palabras que
te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración.
Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de Cristo
en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad,
dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al
Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego
de tu amor”.
Las lecturas que nos ofrece en este día
la Iglesia evocan la confianza en Dios. Nos llevan a preguntarnos, ¿confías en
Dios?, ¡sí claro! …, pero ¿realmente confías en Dios?; mira en tu interior, en
tu corazón y hazte estas preguntas en la presencia de Jesús Eucaristía. ¿Señor
confío en ti?
Pablo y Bernabé a causa de predicar la
palabra de Dios son perseguidos y les quieren matar. Sabiéndolo, se alejan y se
van a otro lugar. Allí sanan a un hombre cojo de nacimiento y el hombre es
sanado porque tenía mucha fe, y por eso Pablo le dice ¡levántate! Pablo y
Bernabé fueron instrumentos del Señor. El hombre cojo de nacimiento tenía una
fe capaz de curarlo.
¿Qué es la fe? La fe es la confianza en
el Señor. Es la confianza en Dios la que sana a este hombre. Le sana de un mal
arraigado en su cuerpo desde siempre. Con esto se nos muestra que hasta la
herida más profunda de nuestro corazón Dios puede sanarla, sólo Dios. Dios
tiene sed de nosotros, nos viene a buscar, nos viene a sanar. Tiene sed de
nosotros, como nos dijo en la cruz: “tengo sed”. Está deseando llegar hasta el
fondo de nuestro ser para derramarse por entero en misericordia. Y tú, ¿confías
en Dios?, ¿le dejas entrar?
En el Evangelio se nos habla también de
la confianza en el Señor. “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me
ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me
manifestaré
a él” … “El
que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. ¡Qué promesa más atrayente! Jesús te está diciendo: ámame, si deseas
amarme, el Padre y yo vendremos y haremos morada en ti, me revelaré a ti desde
tu interior y te daré la gracia de enamorarte de mí.
En este mes de mayo, mes de la Santísima
Virgen, nuestra madre, le pedimos a ella que interceda por nosotros para que
podamos amar cada día más al Señor.