Aleluya, aleluya, aleluya. “Os enviaré
el Espíritu de la verdad; él os guiará hasta la verdad plena”. Este es el texto
antes de proclamar el Evangelio de este día.
Estamos a unos días de Pentecostés
momentos de espera y con grandes deseos para dejarnos inundar por los siete
dones del Espíritu Santo.
Señor, necesitamos apoyarnos en la
Verdad ante esta situación a nivel global donde ya ha adquirido carta de
ciudadanía la mentira. Hemos perdido la roca o cimiento de la Verdad para
adaptarnos a una sociedad, que se apoya en tierras movedizas. Esta situación se
adapta a la sociedad “líquida” en las nos mueven fuerzas externas a la libertad
de la persona.
No se trata de lamentarnos ante esta
situación. Este rato de oración es para sujetarnos a la Roca, a la Piedra que
es Cristo, la Iglesia.
Leamos con detenimiento este texto del
Evangelio de hoy donde San Juan. “… Os conviene que yo me vaya; porque si no me
voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y
cuando venga dejará convicto (acusará) al mundo acerca de su pecado, de
una justicia y de una condena.
- De un pecado, porque no creen en mí.
- De una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis.
- De una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado”.
Mi actitud ha de ser se súplica:
- ¡Señor, yo creo! pero aumenta mi fe en tu resurrección
- ¡Señor, yo creo! Pero ayúdame a descubrirte en todas las personas,
especialmente en la más necesitadas.
- ¡Señor, yo creo! Pero que me llene d esperanza, porque ya el príncipe d
este mundo está condenado.
¡María, fortalece nuestra fe! Jesús, con su muerte y resurrección nos ha salvado del pecado y de la
muerte.