Oración
preparatoria: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.
Estamos en los
discursos de despedida de Jesús. El fragmento del evangelio de hoy es una
profecía que anticipa su muerte y su resurrección. Jesús les habla con
parábolas e imágenes. En este caso, con el juego del ver y no ver, y con las
alusiones de la presencia y la ausencia, el dolor y la alegría. Pero los
discípulos no son capaces de entender.
Quizás es
bueno pararse a meditar dos cosas: en primer lugar, el deseo de Jesús de
preparar a los suyos para el momento de la prueba, que es una forma de
manifestar su amor; en segundo lugar, la incomprensión de los discípulos. Este
combinado es muy común en nuestra vida cotidiana: el amor de Jesús que nos
rodea nos precede y nos acompaña, y al mismo tiempo nuestra falta de capacidad
para entender el plan de Dios y lo que nos pasa.
Si fuéramos
sencillos, como María de Nazaret, la incomprensión no nos llevaría a la
desconfianza y a dudar del amor. Pero nos falta la humildad y sencillez de
María.
¡Cuántas veces
me quejo ante Dios de no entender sus planes! Y cuántas veces esa queja me lleva
a la desconfianza. Porque no entiendo lo que me pasa, porque vivo en medio de
un contratiempo, o porque he sufrido un revés en mi vida, inmediatamente esto
deriva en una falta de confianza en el amor que Dios me tiene.
La respuesta
de Jesús en el final del evangelio de hoy es una invitación a la confianza:
vuestra tristeza se convertirá en alegría. ¡El Señor resucitará! Pero tengamos
paciencia para esperar el momento de Dios.
De la mano de
la Virgen y a punto de acabar el mes de mayo y de iniciar el mes del Corazón de
Jesús te invito a rezar esta oración de la confianza:
Oh, Señor
Jesús, a tu Sagrado Corazón yo confío esta intención... Solo mírame, entonces
haz conmigo lo que tu Corazón indique. Deja que tu Sagrado Corazón decida...Yo
confío en ti... ¡Me abandono en tu Misericordia, Señor Jesús! Ella no me
fallará. Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. Sagrado Corazón de Jesús, creo
en tu amor por mí. Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu Reino.
Oh, Sagrado
Corazón de Jesús, te he pedido por tantos favores, pero con ansias te imploro
por esta petición. Tómala, ponla en tu abierto y roto corazón, y cuando el
Padre Eterno la mire, cubierta por tu Preciosa Sangre, no podrá rehusarla. Ya
no será más mi oración, sino la tuya, Oh Jesús.
Oh, Sagrado
Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en Ti. Nunca permitas que me
confunda...
Amén.