4 mayo 2019. Sábado de la II semana de Pascua – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas para servicio y alabanza de Su divina majestad.
La lectura continua de los Hechos de los apóstoles nos presenta hoy un aspecto concreto del trabajo pastoral en la Iglesia naciente, del cual podríamos sacar lecciones importantes. Para empezar, es interesante notar que todo parte de una “queja”. Qué importante es dar siempre una opinión acertada sobre nuestra manera pensar o lo que sentimos en un determinado momento, especialmente cuando no se busca el bien personal sino el bien de los más necesitados. Muchas veces es fundamental ser voz de los que no la tienen. Esto en las marchas por la defensa de la vida se pone muy de manifiesto. Primera lección aprendida: estar atento a las necesidades de los demás. Por otro lado, vemos la solicitud de la Iglesia para atender la petición de sus hijos. Es un ejemplo que nos estimula a hacer lo mismo. Todos somos Iglesia y estamos llamados también a atender a todos aquellos que necesiten de nosotros, a través de la propia acción y también con nuestra oración. Dar de nuestro tiempo, eso que todos decimos nos falta, quizá para algunos sea uno de los mayores sacrificios
“Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” El salmo de hoy nos recuerda también la acción de la Iglesia en nuestra vida, ya que es manifestación de la Misericordia de Dios que viene sobre nosotros constantemente, a través de los sacramentos y de la Palabra de Dios. Nos recuerda ser agradecidos por el don de la Iglesia y por el Papa Vicario de Cristo.
El “Soy yo, no temáis” de Jesús en el Evangelio nos llena de confianza. Podríamos incorporar en nuestro momento de oración la contemplación de Cristo resucitado, lleno de gloria y majestad, mostrándonos sus benditas llagas, mirándonos a los ojos diciéndonos “Soy yo, no temas”. Veremos como la barca de nuestra vida, sometida muchas veces a las tempestades del tiempo, llega a buen puerto.  
Por último, no podemos terminar la oración sin acordarnos de Santa María. Hoy es primer sábado del mes de mayo, todo nos evoca a acercarnos con cariño entrañable y regalarle las flores de nuestros obsequios. Nos puede ayudar la oración preparatoria para el mes de mayo del libro “Meditaciones sobre la Santísima Virgen María” de Idelfonso Rodríguez Villar:
¡Oh, Virgen Santísima, Madre y Señora nuestra!, a tus plantas vengo en este mes a ofrecerte las flores de virtud que al calor de tu devoción han brotado en el jardín de mi alma.
Bien quisiera que fueran flores bellas, sin manchas y sin espinas, pero no ignoras, Madre querida, cuánta es mi pobreza y miseria. Mírame, pues, con ojos de lástima y compasión y riega y cuida Tú misma este jardín que todo entero te lo entrego a Ti, para que con tus cuidados produzca las flores y frutos que Tú deseas y que tienes derecho a esperar de mi alma. Amén.

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