Tenemos una escena de Jesús con sus
amigos más íntimos. Observemos la importancia que da Jesús a la amistad y al
trato humano, personal y personalizado.
Acaba de lavarles los pies, con el
cariño que una madre lo lavaría a sus hijos, aprendido de cómo María le lavaba
los pies cuando Él era pequeño (Somos pequeños, nos necesitamos unos a otros).
Y ahora les explica cómo debe ser la base de las relaciones humanas, fundada en
el amor.
Puedes imaginarte estas palabras del
Evangelio captadas de forma única por cada uno de los discípulos que estaban
compartiendo mesa con Jesús. Y seguidamente pasa a ver cómo llega a tu
situación esta Palabra viva y quiere iluminar zonas de tu vida y de tu
interior. Queremos imitarle en su forma de amar.
Si te ayuda, puedes releer alguna frase
del Evangelio cada ciertos minutos (“el que me recibe a mí recibe al que me ha
enviado”, “el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí”, “dichosos vosotros
si lo ponéis en práctica”, “Yo sé bien a quiénes he elegido” …).
María, Tú que has sido escogida
educadora de Jesús, educa también mi corazón desde la sabiduría maternal, para
que esté siempre atento a la voluntad del Padre en mi vida.