Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la
presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y
nos ayude a seguir creciendo en esta relación de amistad que es la oración. Hoy
especialmente le pedimos que nos ayude a entrar y profundizar en el camino de
la cuaresma.
Las lecturas de hoy nos exponen un mensaje muy
importante en estos tiempos de prueba. Nos recuerdan que la verdadera libertad
del hombre nace de dentro y es la que Dios nos regala.
Esta libertad nace en primer lugar de la fe y la
confianza en Dios, que se pone de manifiesto en la primera lectura. Quizá ahora
nos resultaría más fácil confiar en salir vivos de un horno ardiente que confiar
en que las realidades personales que estemos viviendo ahora cada uno lleguen a
buen puerto o tengan un fruto bueno. Sin embargo, necesitamos confiar no para
ser valientes si no para ser libres, de nuestros miedos, de nuestro pecado, de
nuestros egoísmos, pero libres, que es lo que Dios quiere para nosotros.
La libertad a la que estamos llamados nace en segundo
lugar de la verdad. El evangelio nos narra una conversación muy interesante de
Jesús con unos judíos que el evangelista especifica “habían creído en él”, en
pasado. Y Jesús les recuerda que tienen que volver a la verdad, tienen que
volver a él. También nos puede pasar que hayamos confundido cual es la verdad.
Por eso os invito a entusiasmaros por conocer de nuevo o más en profundidad la
verdad, que es Cristo mismo que viene a entregarse por nosotros, a salvarnos y
a dar su vida por amor. Esa es la verdad que os invito a redescubrir y a
adentraros en estos últimos días antes de Semana Santa.
Finalmente, después de meditar estas ideas reservad un
pequeño tiempo para tener un coloquio con María nuestra madre que siempre nos
espera con los brazos abiertos deseando escucharnos.