Es muy importante hacer un acto de amor
hacia el Señor y sentir su presencia antes de iniciar nuestro rato de oración:
Él te quiere y ha pasado toda la noche esperando este momento de encuentro
contigo.
Hemos iniciado nuestro tiempo de
cuaresma de este año. En la edad media se hacía un alto en las guerras y
rencillas entre señores feudales durante este tiempo para vivir con intensidad
este tiempo. Por eso es necesario que la paz se adueñe de tu vida y te prepares
a vivir estos días en la presencia del Señor.
Te propongo cuatro puntos para fijar tu
rato de oración:
La Palabra del Señor está viva y te dice muchas cosas; deja que penetre en ti, te
convierta y se extienda por el mundo dando el mayor fruto posible: ¿Cómo
escuchas y haces tuya la Palabra de Dios cuando la escuchas en la misa?
Jesús nos enseña a orar; los discípulos le piden que les enseñe a orar y Jesús les enseña la Oración
del Padre Nuestro. ¿Cuántas veces nos quejamos al Señor de que nos distraemos
en la oración y que no sabemos orar? En el texto del Evangelio de hoy tienes la
respuesta. ¿Quieres hacer el mejor curso de oración? En la sencilla oración del
Padre Nuestro tienes la respuesta.
Padre. En esta
palabra se resume el amor que Dios nos tiene y el amor con que nosotros le
debemos responder. Si eres capaz de pasar el resto del tiempo de oración
saboreando esta palabra, haciéndola tuya. Llamándole a Dios muchas veces Padre,
Padre, Padre… A lo mejor, al final, te acabas sintiendo su hijo de verdad.
Perdón. Esta palabra es la que mejor resume el espíritu de la Cuaresma. Pero hay
que vivirla en sus dos vertientes: perdonar y sentirse perdonado. Debes hacer
un esfuerzo y pensar en qué momentos de tu vida ha quedado una laguna y hay
algo que aún no has perdonado; esta reflexión te puede llevar tiempo, pero hay
que hacerla y luego perdonar sinceramente, incluso si lo puedes hacer real
mediante una conversación, un correo o una llamada. Y por último el momento más
importante de la oración de hoy: sentirse perdonado por Dios. “Perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
No te olvides de terminar tu rato de
oración mirando a la Virgen y pídele que te matricule en esta escuela de
oración.