25 marzo 2020. La Anunciación del Señor – Puntos de oración


Hoy los puntos nos los va a dar Abelardo, que está ya muy cerquita del Señor y de la Virgen. Es una fiesta entrañable para meditar la escena de la Anunciación
“AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA” (Lc 1, 38)
“Hágase – Estar”. En esas dos palabras ha quedado rubricada la santidad de la Reina de todos los santos. ¿Queremos ser santos? Es una pregunta que parece extraña en el mundo de hoy. Y sin embargo, para esto fuimos creados. Pues bien, ser santos es conformar nuestras vidas con la voluntad divina. Ser santos es, más que hacer la voluntad de Dios, convertirse en voluntad de Dios. Ésta es la excelsa santidad de la Virgen, quien nos admira al verla siempre actuando por designio divino.
Un “hágase” del Padre hizo la creación del mundo. El “hágase” de María nos trajo la Encarnación del Hijo de Dios. Este “hágase” de la Virgen fue una nota sostenida, constante, siempre colgada de su saber estar. Un “hágase” delicioso unas veces, terrible otras. Pero siempre apoyado en aquel firme “estar” con que la vemos junto a la Cruz: “Estaba en pie junto a la Cruz de Jesús, su madre” (Jn 19, 25). Quien clave los ojos en María, encontrará en Ella el modelo a imitar. Ella nos precede en la marcha peregrina hacia la Patria. Sigámosla y entretejamos nuestra santidad entre el «estar» y el «hágase».
Cuando Abraham fue llamado por Dios para la prueba, respondió: Aquí “estoy”, Señor. Y se dispuso a sacrificar a Isaac en un “hágase” desgarrador. Aquí “estoy”, Padre, para hacer tu voluntad, dice el Verbo a su entrada en el mundo (Hb 10, 9). Y corona en Getsemaní: «Si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42).
Abraham, María, Jesús. Subamos por estos peldaños hasta el Padre. Dejemos que su voluntad “se haga” en nosotros sabiendo “estar” anclados en el ahora del momento presente. En nuestras deficiencias y en las ajenas, no perder la paz: “Hágase-Estar”. En los estados físicos, cansancios, enfermedades: «Hágase-estar». En los estados de ánimo y en los cambios de lugar: «Hágase-Estar». Ante la profesión, el estudio, las personas que nos mandan o nos rodean, en situaciones agradables o desagradables: «Estar-Hágase». En los éxitos y en los fracasos, cuando fallan las previsiones y Dios sale por donde menos pensamos: «Hágase-Estar». En las cosas que más nos cuestan o más se temen: «Estar-Hágase». En todo, en todos, siempre: «Estar-Hágase». Se precisa una larga paciencia y mucha oración contemplando a la Virgen. En lo pequeño y en lo grande, Ella es la encarnación perfecta del «Estar-Hágase».
A la Virgen nos encomendamos en estos difíciles momentos de enfermedad y confinamiento. Y pedimos al Señor para que nos libre del mal.

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