15 marzo 2020. Domingo III de Cuaresma (Ciclo A) – Puntos de oración


Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad, dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Hoy la Iglesia nos presenta en las lecturas de la Misa, como Dios es el único que puede calmar nuestra ansia de felicidad. Él es el único que puede darnos vida. La lectura del Libro del Éxodo nos cuenta cómo el pueblo estaba en el desierto y torturado por la sed. Quizás, alguna vez, nos hemos podido sentir en un desierto espiritual, donde no vemos a Dios por ningún lado y perdemos todo el sentido, y con ello nos sentimos torturados por una gran sed que no se calma. Eso le pasaba al pueblo de Israel, el cual incluso pierde la fe. Pero Moisés clamó a Dios y Dios le escuchó y golpeando la roca, al punto salió agua y los judíos se saciaron del agua dada por Dios. El Salmo nos habla de esa Roca que nos salva, esa roca que se refiere al mismo Dios. Es Dios el que dio de beber a los judíos, es Él el que calmó su sed y el que finalmente les sacaría del desierto. En una parte del Evangelio se nos habla de esa roca donde hay que poner nuestra esperanza y el fundamento de nuestra vida: “El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca” (Mateo 7, 24-25); o en otro lado “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” (Mateo 21, 42). Esa Roca es Jesucristo. En la lectura del Santo Evangelio del día de hoy, podemos leer el encuentro de la samaritana con Jesús. La samaritana va a sacar agua al pozo, es una imagen de la sed de felicidad que tiene. Y en el pozo se produce un encuentro que le cambiará la vida. Tanto es así, que recordará siempre el momento y la hora, “Era alrededor del mediodía”. El mismo Dios le sale al encuentro, Él le está esperando. Jesús le dice “dame de beber”. Jesús tiene sed de ella, tiene sed de nosotros y de nuestro amor. También de tu amor. Jesús nos dice: te amo tanto, te necesito, tengo sed de ti. Hasta tal punto tiene sed de ti que hasta muere de amor por ti. El agua que te ofrece Jesús a beber es un agua viva: “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”. Es decir, si bebes de ese encuentro con Cristo, si bebes del agua que Él te quiere dar, si te fías de Él, confiando totalmente tu vida a Él; siempre estarás saciado y construirás tu casa (tu vida) sobre roca firme, sobre esa Roca que nunca falla y que te sostiene en las tempestades más impetuosas que puedan aparecer.
Le pedimos a nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayude a poner nuestra vida en las manos del Señor. Ayúdanos, Madre a tener fe aun en la noche más oscura y en las condiciones más difíciles. Dios está siempre con nosotros y nos acompaña. Recuerda, no estás sólo; hay Alguien que te sostiene.

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