2 marzo 2020. Lunes de la I semana de Cuaresma – Puntos de oración


¿Qué os parece si hoy comenzamos nuestra oración personal, recordando las Obras de Misericordia a la luz del Evangelio de este día…? Vamos con ello…
Como sabéis son 14 en total, y se las ha agrupado en corporales y espirituales. 
Las corporales salen de la lista que hace el Señor en su descripción del Juicio Final: 1) Visitar a los enfermos. 2) Dar de comer al hambriento. 3) Dar de beber al sediento. 4) Dar posada al peregrino. 5) Vestir al desnudo. 6) Visitar a los presos. 7) Enterrar a los difuntos.
Y las espirituales han sido tomadas de otros textos de la Sagrada Escritura, o de actitudes o enseñanzas del mismo Jesucristo: 1) Enseñar al que no sabe. 2) Dar buen consejo al que lo necesita. 3) Corregir al que se equivoca. 4) Perdonar al que nos ofende. 5) Consolar al triste. 6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. 7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
De todas ellas hay una obra de misericordia que me gustaría ponderar con vosotros, y es “Dar buen consejo al que lo necesita”, pues en sí misma puede encerrar otras como: Enseñar..., corregir..., consolar..., rezar…
Creo, que todos hemos tenido la oportunidad de poder dar un buen consejo, en un momento determinado de la vida a alguien..., y que este consejo ha podido ser decisivo o importante en su vida. Por ello pidamos a Dios que nos siga concediendo la oportunidad de hacer el bien de este modo… Para esto, solo hace falta tener un poco de tiempo para escuchar, y así poder asumir una dificultad o un problema, y darle una posible solución, con un sesgo de bien, de transcendencia, o de esperanza...
¡Qué importante es que sepamos escuchar! La oración diaria nos capacita para ello, pues es la escucha de las escuchas, pues escuchamos a Dios. “Habla, Señor, que tu siervo escucha…” (1Samuel 3,9). No es posible que escuchando a Dios todos los días, no seamos capaces de prestar una escucha atenta a las necesidades de los que nos rodean… Es más, tendríamos que pedir a Dios que nos haga instrumentos suyos en la escucha de los demás, pues es tal la necesidad que se observa de ello, que tendríamos que conmovernos profundamente.
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” … Y yo añadiría., y tuve necesidad de un buen consejo..., y me lo diste… ¿Por qué no darlo si podemos hacerlo, y porque no hacerlo si se nos pide en no pocas ocasiones, directa o indirectamente…? Y entonces algún día nosotros escucharemos: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

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