Ahora que tenemos todo el tiempo del mundo ya no hay
excusas para no hacer oración. Pero tampoco lo vamos a tener fácil. Hay que
buscar un lugar de la casa calmado y lo más silenciosos posible. Otra opción es
hacer la oración en familia, leyendo las lecturas juntos y comentándolas entre
todos, hacer peticiones, cantar… hay que buscarse la vida para que el Señor nos
siga iluminando durante la cuarentena.
La prima lectura parece elegida a propósito. Nos habla
de un jefe de ejército muy poderoso que está enfermo. También los poderosos de
nuestro mundo enferman y son vulnerables en estos días. Desgracias como la que
estamos viviendo nos pueden dar la gracia de ponernos ante la realidad, de
hacer que caigamos en la cuenta de que el poder, la fama, el prestigio, la
riqueza… todo pasará salvo el amor de Dios. Y nada de lo anterior nos sirve en
los momentos de dificultad, pero el amor de Dios está más cerca de nosotros que
nunca.
Nuestra alma tiene sed de Dios. Démosle un puesto
principal en nuestro hogar durante estos días y pidamos a la Virgen por todos
aquellos que viven este encierro sin la esperanza de la fe, para que les
conceda consuelo.