12 marzo 2020. Jueves de la II semana de Cuaresma – Puntos de oración


Nos ponemos en presencia del Señor. Invocamos al Espíritu Santo, luz de nuestra inteligencia, fuerza de nuestras voluntades, amor en nuestros corazones.  El Espíritu permite que ya no sea yo quien viva en mí, sino Cristo. Permite que la vida de la gracia que recibimos en el bautismo llegue a su plenitud. Permite que irradie la luz con la que me llena e ilumine a los que están a mi alrededor. Permite que mis sentimientos y pensamientos sean los suyos. Por eso podemos decir con el salmo: será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto. Ese árbol que en el desierto sería algo buscado por tantos y tantos en Israel, pues cerca están las aguas. A su alrededor será lugar de descanso, lugar de encuentro. Qué pena el hombre en quien no habita y crece el Señor, con que fuerza y dureza lo describe el Salmo: Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. ¿Qué corazones tan duros, impermeables están a nuestro alrededor? Señor hazme tierra fecunda que acoja y germine al Salvador.
Si el Señor vive en nosotros, para eso oramos y pedimos en la oración, ¿Cómo es nuestra vida? ¿Cómo es mi relación con los demás? Sean cercanos, lejanos, creyentes, ateos… ¿los veo con los ojos de Cristo que vive en mí, los quiero con su Corazón? O les dejo las migajas de mi tiempo, de mi disponibilidad, de mi cercanía, de mis cosas. ¿Les invito a participar de mi comida? Es decir, comparto mi vida con ellos. Quizás estemos afectados por esta ola de individualismo que nos lleva a recluirnos en nuestras casas, en nuestras cosas. O quizás es que tengo tantas cosas que hacer. Nos imaginamos al Señor celoso de su tiempo, programando sus actividades, negándose a tantos y tantos servicios. Que particularice mi actitud de servicio en esta cuaresma, sobre todo con los más necesitados. Quizás están muy cercanos a nosotros, hasta comparten mesa.

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