El Señor nos ama más que todo el amor
que podemos desear; el Señor nos perdona más que lo que somos capaces de
arrepentirnos; el señor nos acoge más que si nunca nos hubiéramos apartado de
Él.
"Convertíos, dice el Señor, porque
está cerca el Reino de los cielos". Los caminos hasta el Reino de Dios son
rectos; pero nuestro amor propio, nos hace tropezar, perdiendo el rumbo hacia
la santidad.
Jesús, conociendo nuestros corazones,
nos indica cuál es el camino que hemos de escoger: "amarás a Dios con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y tu ser" y de este amor
nacerá tanto el amor al prójimo como a ti mismo, pues somos templo del espíritu
Santo.
Jesús nos repite incansablemente: Dios no quiere sacrificios, sino nuestra plenitud en el amor; un amor que nos conduzca a una entrega generosa no tanto desde los que tenemos, sino desde los que somos.
Jesús nos repite incansablemente: Dios no quiere sacrificios, sino nuestra plenitud en el amor; un amor que nos conduzca a una entrega generosa no tanto desde los que tenemos, sino desde los que somos.
Ponte en camino: AmaLE, AmaLOS, AmaTE.